jueves, 11 de diciembre de 2008

LIBERALISMO ECONÓMICO -Adam Smith-

La obra de Adam Smith es comparada con la de Goethe, pues ambos son considerados punto de partida del mundo contemporáneo, a pesar de ser hombres del Antiguo Régimen. Aportaron elementos innovadores y novedosos.

Desde un enfoque estricto, el inicio de la teoría económica se suele fijar en un intervalo de tiempo que tiene su origen hacia la mitad del siglo XVI, con la aparición de los llamados mercantilistas, y finaliza en 1776, con la publicación de la obra de Adam Smith An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations, conocido mundialmente como La Riqueza de las Naciones. A partir de este instante, todo avance posterior de la ciencia económica necesita referirse a los cimientos establecidos en esta época.
Su obra es anterior a la Revolución Industrial y, parafraseando al autor clásico M. Beaud, "el mundo en que vive Smith no es el de la industria ni las máquinas de vapor"; es decir, no visualizó el perfil del nuevo empresario, ni los conflictos del proletariado. A ello se debe que fuera una teoría asentada sobre el Antiguo Régimen.
La obra cuenta con tres rasgos característicos y ventajosos, como son, en primer lugar el hecho de contar con una prosa ágil, seguida de un excelente humor con toques de ironía crítica y, por último, cuenta con numerosos datos que hacen que se trate de una obra muy bien fundamentada.
A su vez, muestras ciertos problemas: la referencia del individualismo como motor del sistema económico y, según esto, la economía y la producción tienen su núcleo en el individuo y en su afán por enriquecerse. A esto se añade la problemática entre precios y salarios, que dará lugar a la teoría del valor, y por último, se encuentra el papel del Estado en la esfera económica.
Se debe apuntar que la cuestión de fondo no es más que la búsqueda de las claves para lograr la felicidad mediante el progreso. Esto es un rasgo propio del sentido positivo que impregnaba la Ilustración.
Smith combinó el liberalismo político de Locke con su propio liberalismo económico, convirtiéndose con ello en el profeta de la sociedad comercial del llamado capitalismo moderno, bajo el cual la iniciativa privada, estimulada por las ganancias, puso en práctica las innovaciones tecnológicas de la revolución industrial en forma relativamente independiente de los controles gubernamentales.
Adam Smith era hijo de la época de la Ilustración y se oponía enérgicamente a las dependencias feudales y ecelesiásticas de los viejos tiempos. En su pensamiento, la industria y el comercio surgen como instrumentos indispensables para conseguir su abolición.
Esta interpretación le convirtió en un precursor de todos aquellos que han manifestado que la libertad política no puede florecer si no existe libertad en el plano económico. Este criterio implica un determinismo económico no muy distinto a la característica interpretación de Smith de la decadencia del feudalismo y de la irrupción de la sociedad comercial.
Su otra obra, Teoría de los sentimientos morales (1760), está inundado de un radical pesimismo propio de la moral protestante y, por tanto, la actividad económica es juzgada casi como algo desfavorable. Según esto, el éxito económico, más allá del nivel necesario para la satisfacción de unas necesidades físicas, no añade nada a la felicidad real del hombre, y es sólo vanidad. El deseo de ser considerado superior, la admiración y la envidia, son lo que motivan el ansia de acumular riquezas personales. Se observa la radical incapacidad del hombre para actuar de manera desinteresada, y es aquí donde Smith introduce la idea del mecanismo denominado como "mano invisible", que advierte la procedencia de Smith desde posturas filosóficas.
"El hombre es conducido por una mano
invisible que le impone el cumplimiento de un
fin que no forma parte de su intención".
La armonía y el bien común de toda la sociedad es asegurada a través del mecanismo de la mano invisible, que no es más que la formulación clásica de la creencia en una armonía preordenada que constituye el fundamento de la economía del laissez faire. Por ello, cuando Smith habla en La Riqueza de las Naciones del comportamiento económico, no es de extrañar que sostenga que "no es de la benevolencia del carnicero ni del panadero ni del cervecero, de lo que esperamos obtener nuestra cena, sino de su desvelo por sus propios intereses".
La mano invisible se concreta en un mecanismo que opera en el seno del sistema de mercado, a través de la competencia entre las fuerzas actuantes. Estas fuerzas actúan de dos maneras: la primera, garantizando que los productos aportaran al mercado las mercancías que los consumidores realmente demandaran, y a un precio que representa el "importe" de dicha mercancía; y la otra, asegurándose una buena gestión del proceso productivo de esas mercancías, de forma que sus costes sean los más bajos que sea posible obtener.
Adam Smith arrojó abundante luz sobre el funcionamiento del sistema de economía competitiva, y en concreto, sobre el modo en el que los intereses particulares pueden convertirse en agentes de interés general. El mecanismo que conjunta las decisiones individuales es la competencia: núcleo del sistema de economía libre de mercado.
Su gran sentido de la realidad le hizo entender que con gran frecuencia los intereses particulares y el propio beneficio se oponen radicalmente al beneficio de la comunidad. El afán desmedido de ganancias tiende a convertirse en monopolio y, sólo la competencia puede dominar esta fuerza y aprovecharla de modo que sirva de interés público.
El monopolio, buscando el beneficio individual, sube los precios disminuyendo la producción, mientras que, la competencia en busca del beneficio colectivo, hace bajar los precios y aumenta la producción.
Smith desarrolló dos teorías diferentes de los precios, de acuerdo a dos premisas: régimen de competencia y régimen de monopolio. Únicamente la primera es parte de su sistema.
En competencia, el precio viene determinado por la razón entre la oferta y la demanda, y sube o baja en consonancia con ésta. El precio así determinado se llama "precio de mercado" y la demanda es considerada una magnitud dada para cada instante de tiempo, y por tanto, variable.
Una subida de los precios de los productos incrementa la ganancia resultante de su venta y, en consecuencia, fomenta un incremento en su producción. Del mismo modo, la caída de los precios provoca una pérdida para el productor, lo cual obliga, financiera y psicológicamente, a que la producción no se mantenga en los niveles hasta entonces alcanzados.
De acuerdo con esta explicación, las caídas y alzas de precios de mercado, que son reflejo de las fluctuaciones de la demanda del bien en cuestión, estimulan una adecuada expansión o contraccióndel nivel de producción.
"El precio es el mecanismo regulador
que permite funcionar a un sistema
de economía libre".
La posición normal o "natural" alrededor de la cual fluctúa el precio de mercado es el costo de producción. Por encima del costo, hay beneficio y por debajo, obviamente, hay pérdidas. El costo de producción es, por tanto, la suma total de lo que el productor tiene que pagar por el trabajo (material, instrumentos, renta de la tierra y uso del capital o interés); así pues, el resultado del monopolio es que los precios permanecen "artificialmente" altos sin que exista un proceso de compensación que los conduzca a su precio natural.
  • TEORÍA DEL VALOR.

Para Smith es evidente que el precio viene determinado por el costo de producción, aunque esta determinación sólo se manifieste en condiciones de competencia. Para tratar de explicar esta determinación, se vio obligado a elaborar una teoría del valor siguiendo la tradición aristotélica-tomista.

Establece la existencia de dos clases de valores económicos: "valor de uso" y "valor de cambio". Hace coincidir el valor de cambio con el precio natural o costo del producto, reduciendo el valor de uso a una mera precondición de existencia del valor de cambio. Así, habrá valor de cambio o precio si existe un cierto grado de utilidad o valor de uso, pero en ningún caso el grado de utilidad determina por sí mismo el precio, ya que éste no es más que la manifestación del costo de producción. Este último concepto no puede entenderse en términos monetarios, ya que estaría en abierta oposición con la teoría del valor y, por ello, se debe interpretar en términos de "esfuerzo y trabajo".

Esta única interpretación deriva en la persistencia de la llamada teoría del "valor-trabajo", que fue iniciada por Petty. Smith, fue consciente de la debilidad de su concepto y las deficencias de su teoría del "valor-trabajo", lo que le impidió elaborar una adecuada teoría de la distribución.

A pesar de esto, uno de los grandes méritos de Adam Smith fue considerar la economía como un todo, es decir, como un sistema organizado capaz no sólo de funcionar, sino de crecer y desarrollarse.

Esto le llevó a dedicar especial atención a las condiciones necesarias para que se produjera el crecimiento de una economía. Una de las principales motivaciones de Smith fue descubrir las causas que generan la riqueza de las naciones, y concluyó que no sólo residía en la tenencia de oro y plata, sino que tenía mucha importancia el producto anual de la tierra y el trabajo de la sociedad que vive en ella.

  • AGENTES DEL PROGRESO ECONÓMICO.

Especialización de las funciones productivas. Designado con el término "división del trabajo" y suponía la mejora cualitativa y cuantitativa del trabajo realizado.

Sin embargo, tiene el inconveniente de estar condicionado al tamaño del mercado: a medida que se extiende el mercado se incrementa la división del trabajo, y el aumento de riqueza amplia el mercado.

Tamaño de la población. Una sociedad en crecimiento económico requiere de mayor volumen de mano de obra, para lo cual es imprescindible que aumente la población. Ahora bien, la población sólo aumenta cuando los salarios son altos. Los salarios se determinan por la conjunción de la oferta y la demanda de trabajo.

Smith defendió la necesidad de mantener un nivel alto de salarios, pues así el obrero aumentaba su productividad y era posible aumentar la población.

Acumulación de capital. Siendo capital el cúmulo de bienes que se emplean en el mantenimiento del proceso productivo.

Para la expansión de los negocios hacen falta nuevas inversiones, lo cual provoca un aumento de la demanda de préstamos, que hace subir el tipo de interés. Cuando éste ha subido lo suficiente, automáticamente se generan los nuevos ahorros que permitirán afrontar las nuevas inversiones. Smith nunca admitió que nadie ahorrase si no era con el fin de invertir.

  • PAPEL DEL ESTADO.

Smith era consciente de que no solamente la iniciativa privada es la fuente del mejoramiento económico, sino que, por supuesto, admitía como necesaria, e incluso imprescindible, la acción del Estado en determinados y específicos sectores, como la defensa o la justicia.

Para Adam Smith, el Estado no es más que una carga con la que tiene que acarrear la sociedad, en ocasiones imprescindible y generalmente soportable; pero una carga, no obstante, que no contribuye nada al progreso.

Lanzó la idea de que el Estado puede favorecer la riqueza sin intervenir de forma directa, es decir, por omisión. Smith relaciona al Estado la función educativa con la finalidad de vincular ciudadanos al sistema educativo. Esto es algo propio de la Ilustración.

En definitiva, la obra de Smith gozó de un éxito inmediato, con una crítica muy favorable y permitió que ejerciera una notable influencia. A pesar de esto, hay autores, como Schumpeter, que se han encargado de desmitificar la figura de Adam Smith afirmando que sus ideas no eran tan novedosas. Lo que sí es cierto es que la ideología de Smith es clásica dentro del liberalismo económico, lo que no le ha impedido alcanzar una considerada reputación en la actualidad.

1 comentario:

David Alonso dijo...

Estimado Mariano:
Tu entrada constituye un valioso resumen de la figura de Adam Smith y del primer liberalismo económico. Ahora bien, acostúmbrate a citar tus fuentes de información. Es algo básico en el trabajo del historiador.
Un saludo