jueves, 30 de octubre de 2008

PENSAMIENTO ECONÓMICO

Para abordar las teorías económicas desarrolladas durante la Edad Moderna, debemos tener muy presente el pensamiento medieval y la fuerte vinculación de las tesis económicas, propias del período moderno, con dicho pensamiento.
Por ello, las teorías económicas desarrolladas durante los s.XVI y XVII son absolutamente incomprensibles, sin prestar atención al pensamiento cristiano que caracterizaba el pensamiento bajomedieval. Esta herencia medieval se asienta sobre dos pilares básicos: el Derecho Romano y la tradición judía.
  • Derecho Romano.
Es un instrumento vigente en distintos aspectos durante la etapa medieval. Se trata de mantener la conexión con el mundo clásico, y aparece como elemento muy relevante en cuanto a la aparición y desarrollo de las nuevas monarquías. En esta línea, la figura del monarca emerge como pater familias con la función de impartir, principalmente, justicia a la hora de administrar el reino.
En este contexto, la justicia, debe entenderse de acuerdo a dos rasgos: por un lado, la gracia -término relevante para el estudio y comprensión de la Edad Moderna- que consiste en ceder sus derechos sobre los bienes que le eran inherentes y recibidos por medio de la Gracia divina, a través por ejemplo de regalías, para que fueran explotados; por otro lado, los monarcas absolutos representan la última instancia jurídica. En resumen, los monarcas poseen facultades distributivas y administrativas.
  • Tradición judía.

La tradición judía se ve depurada por el cristianismo, derivando en el judeocristianismo que, a su vez, incide social y económicamente para incorporarse en un marco ideológico que irá evolucionando con con el paso del tiempo. En este momento, comienza a observarse la tradición judía bajo sospecha.

Esto último provoca la proliferación de debates en torno a cuestiones como la pobreza y la riqueza. Todo ello como fruto de la inspiración judía adaptada por el cristianismo, con sus consiguientes contradicciones.

A prinicpios del siglo XVI, la riqueza debe verse legitimada. En esta línea, destacan los estudios de Max Weber sobre Calvino y la ética protestante. De ahí, irrumpe con fuerza la idea del lucro cesante, pues la Iglesia debe posicionarse ante la nueva situación, desde un punto de vista, obviamente, teológico. De esta manera, se permitirá el préstamo pudiendo recuperarlo y añadiendo una parte proporcional a lo que se hubiera ganado, de forma hipotética, en caso de haberlo destinado a otra actividad. En la actualidad, esta acción se conoce como costes de oportunidad. La aplicación de esta actividad permite la práctica capitalista.

Por último, debemos exponer las críticas desplegadas sobre las tesis de Weber, las cuales giran en torno a que los principales núcleos capitalistas se localizan en el Norte de Italia, concretamente Génova y Venecia, que junto a otras regiones se encuentran desvinculadas del protestantismo.

No hay comentarios: