martes, 4 de noviembre de 2008

EVOLUCIÓN ECONÓMICA Y RELIGIÓN.

La evolución económica que se produce en el siglo XVI se encuentra fuertemente vinculada a la revolución religiosa, según afirma Frederic Mauro[1]. Para ello, atiende a tres vectores: judaísmo, protestantismo luterano y calvinismo.

Para el primer grupo, los judíos, se apoya en el libro de Werner Sombart[2] quien afirma que el desarrollo capitalista estuvo intrínsecamente ligado a la presencia de los judíos, como prueban los ejemplos de España, Portugal, Países Bajos y Alemania meridional.

Ello se debe a la mentalidad del pueblo judío, caracterizado por entablar relaciones internacionales debido a su constante acción viajera. Pero los judíos no eran admitidos plenamente en la sociedad cristiana y, de forma simultánea, no se encuentran sometidos a la moral cristiana en cuanto a distintos aspectos como el justo precio o la prohibición de la usura.

A los judíos se les atribuye un importante papel en la comercialización de la vida económica, aunque esto presenta sus orígenes en la Edad Media, sobre todo en Italia; es decir, en una época y en una región donde el papel de los judíos es insignificante.

Por tanto, no se puede decir que desempeñaron un papel determinante en la irrupción del capitalismo. En cambio, se puede afirmar que sirvieron de estímulo al acomodar ciertos rasgos de su mentalidad al propio capitalismo.

El luteranismo, por su parte, no trató de ensalzar el triunfo comercial ya que, como indicó Lutero, el desarrollo del comercio suponía estrechar lazos con el paganismo. Es más, Lutero demostró su rechazo a todos aquellos elementos encaminados a fomentar o facilitar el desarrollo del comercio, como podía ser la disciplina eclesiástica y el Derecho.

Los calvinistas, sin embargo, se mostraron más flexibles debido al entorno histórico, pues se encontraban en un momento económico a punto de iniciar su desarrollo. A esto se debe añadir que, el calvinismo se dirigía hacia los hombres de negocios que residían en las ciudades y, por tanto, debían ser más prudentes y comedidos respecto a ciertos aspectos económicos, como por ejemplo el préstamo con interés.

Para Max Weber y Ernst Troeltsch existía una mentalidad capitalista[3], que se convirtió en un ingrediente básico para los inicios del capitalismo. Dentro de esta mentalidad destacaría como rasgo principal la búsqueda de ganancia por sí misma y el amor al trabajo considerado como una vocación religiosa.

[1] Europa en el siglo XVI, aspectos económicos; Barcelona, edit. Labor, 1976 (2ª edic.).
[2] Los judíos y la vida económica. Su título original es el siguiente, Die Juden und das Wirtschaftsleben; Leipzig, Duncker & Humblot, 1911.
[3] der Geist des Kapitalismus.

1 comentario:

David Alonso dijo...

Este libro de F. Mauro es un clásico en Historia Económica. A pesar de tener varias décadas, continua siendo un buen material para adentrarse en estas lides.
Por cierto, esta obra de F. Mauro pertenece a la colección "Nueva Clío". En general, fue una magnífica colección. Os recomiendo su consulta.
Un saludo