miércoles, 4 de febrero de 2009

BALANCE Hª ECONÓMICA EDAD MODERNA

En primer lugar, señalar que mi acercamiento a la asignatura se debía, entre otras cuestiones, a realizar una aproximación a los aspectos económicos predominantes en la Edad Moderna.

Este dato lo considero como algo oportuno y necesario para completar de algún modo mi especialización en la Historia Contemporánea, ya que muchas cuestiones encuentran sus raíces en el período precedente que es la Edad Moderna.

Una vez hecha esta advertencia, conviene no subestimar las transformaciones de la producción y el comercio entre los años 1500 y 1600. Estos cambios cualitativos, que desembocan naturalmente en un crecimiento sensible en las cantidades ofrecidas al consumo (tomado el término consumo como parte definitoria del crecimiento), afectan esencialmente a Europa.

Así, la economía propia del siglo XVI, al igual que ocurriera durante todo el período moderno, hemos podido observarla bajo la tutela del Antiguo Régimen, caracterizándose por el predominio absoluto de la producción de materias que sostienen una economía de subsistencia; quizá, debido a la debilidad generalizada y a la mediocre capacidad de los medios de intercambio, la regionalización de los circuitos económicos, la débil productividad y una extrema variación en las pautas coyunturales.

Del mismo modo, está marcada por rasgos novedosos que le confieren una atractiva originalidad y un carácter progresivo. Queda reflejado un nuevo estado de espíritu que legitima los beneficios, contrariamente al pensamiento tradicional que predominaba en la etapa medieval.

Se produce, a su vez, una ampliación del horizonte que encuadraba a los productores y a los comerciantes, con una intensa penetración de la economía monetaria en todos los sectores de actividad y creación de nuevas relaciones de producción que anuncian ya la época de las manufacturas y el capital.

Estos hechos, paradójicos, dominan el análisis de los cambios económicos. Es por ello, interesante destacar como, a pesar de lo que se pueda creer, surge ya en la Edad Moderna una tendencia próxima al consumo que consigue alterar la demanda en pleno siglo XVI, de acuerdo a las nuevas necesidades que irán apareciendo.

Estas necesidades, también, son generadas por los propios Estados como entidades que pretenden establecerse y consolidarse en estos instantes, lo que nos lleva a afirmar que todo incide en la esfera económica. La creación de ejércitos permanentes y los interminables conflictos bélicos que se libraron en Europa jugaron un importante papel para que se pudiera dar una influencia sobre determinadas ramas de la producción.

Hay que conceder un espacio destacado a las motivaciones ideológicas y a los profundos cambios que la sociedad del momento experimentó, en cuanto a unos niveles de mentalidad determinados, a propósito de los grandes descubrimientos. Es aquí, donde más he adquirido conocimientos, debido al trabajo realizado sobre el Comercio con América.

La afirmación del individuo, de su autonomía moral, se refleja también en el terreno de los negocios. La búsqueda del beneficio y el deseo de sumar posesiones que proporciona la riqueza. Al hilo de esto, destacar la importancia de los debates generados en clase sobre ciertos estados de la cuestión para determinados temas, que permitía vislumbrar los diferentes puntos de vista existentes en el ámbito historiográfico. Esto es el caso de la influencia que tuvo la reforma protestante en el nacimiento del capitalismo o la liberación aportada por los movimientos intelectuales y religiosos a la vieja escolástica medieval, que ayudarán al desarrollo de la iniciativa económica.

Evidentemente, las nuevas necesidades irrumpen de forma simultánea a la apertura de nuevos mercados. A otro nivel, podríamos mencionar la progresiva instauración imperialista que despliegan las dos potencias ibéricas, España y Portugal, y que conllevan unas repercusiones muy importantes.

La evolución ideológica que sufre el “hombre moderno”, y a la que antes he hecho referencia, supone un marcado interés por el bienestar y un mayor afán de riqueza. En este sentido, el crecimiento económico se mostrará como un elemento inherente a dicha mentalidad para lograr convertirse en una necesidad dentro del proceso del avance cultural.

En consecuencia, podemos considerar el final del siglo XV y todo el siglo XVI como un momento crucial en la historia del mundo occidental. Esta visión queda cristalizada en el desarrollo del humanismo, con una marcada línea antropológica que abandona la visión teocéntrica característica del mundo medieval, para enfocar toda la atención en problemas de índole físico, social y político.

Sumaremos, a ello, el perfeccionamiento de la ciencia, como medio de adquirir conocimientos; así como, los avances y progresos, ya apuntados, que realizan los Estados modernos con síntomas nacionalistas. El conjunto de estas acciones queda reflejado en la actividad económica, donde se observa una enconada preocupación que deriva en una dinámica de corrientes y pensamientos económicos que consiguen convertir la economía en una verdadera ciencia.

Para finalizar, y enlazando con mi interés por la Historia Contemporánea, indicar que la asignatura de Historia Económica en la Edad Moderna me ha ayudado a reconocer ciertos rasgos propios del mundo contemporáneo, los cuales arrancan ya en el entramado político, social y económico diseñado durante la Edad Moderna.

No hay comentarios: